No es cierto que los cipreses,
esas plegarias tan místicas, tan castellanas,
eleven sólo sus hojas y sus ojos,
ávidos, siempre hacia la altura.
Mirando más allá del mito
descubrimos su manifiesta vocación
de horizonte y de peregrino.
Por la senda blanca
que se tuerce y desvía
también caminan y
recorren las ciudades de los hombres.
Contraste de ejes.
Hay tránsito hacia arriba
pero también hacia adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario